miércoles, 26 de noviembre de 2014

El sueño cristalino de los peces


por María Cristina Alonso*

La Ciencia ficción es un género de la incomodidad y de la incertidumbre. Desde Historia verdadera de Luciano de Samosata hasta Under the dome de Stephen King, las historias que se cobijan bajo este género -y que van mutando a lo largo del tiempo con el derrotero de la experimentación humana- nos hablan más de nuestras incógnitas profundas que de los misterios del universo.
En su libro de poemas Ciencia ficción, el poeta mendocino Hernán Schillagi transita por los tópicos de este género para refundar territorios que la poesía no había recorrido. La poesía, dice Hernán citando a Alejandra Pizarnik, es “el lugar donde todo sucede.”
Y todo sucede en estos poemas de factura exquisita, poemas que nos van proponiendo múltiples lecturas. Aquí están los bradburyanos canales abandonados de Marte, la tierra roja, la voz de los antiguos habitantes del planeta y sus barcas como luciérnagas fugaces. Acaso volvemos, en “luces extrañas”, al imaginario encuentro, en una solitaria carretera,  ya no de seres de mundos distintos sino de dos seres que intentan ciertas comprobaciones: “si has resuelto/ nacer conmigo otra vez”
La poesía es en sí misma un viaje, un aliento que le insufla vida al barro y abre los ojos del monstruo, una nave que nos lleva al  misterio de la creación, un artefacto con escotillas por las que vemos pasar nuestros recuerdos pero también los mundos que aún no hemos soñado.
Poemas que nos traen imágenes de las múltiples regiones de la literatura, como un cohete que deambula por las galaxias de un género hasta no hace mucho poco prestigiado, vamos del monstruo de Mary Shelley , al mano de Oesterheld de cuya “garganta nace un himno de muerte”, las palabras finales de Nemo luchado con su rencor como un monstruo de acero, el contador automático de estrellas que imagina Roberto Arlt en El juguete rabioso, y las calles hechas de niebla de la Londres por la que Stevenson hizo deambular la dualidad de Jekyll.
Como toda buena literatura, los poemas de Hernán nos devuelven más preguntas que respuestas, porque el futuro que construye la ciencia ficción y  que merodea en este libro está lleno de preguntas que viajan “como una roca encendida/ de un extremo a otro de los sueños/ y en esa distracción de la muerte/ podré robarte las preguntas/ que ya me esperan en el futuro” (viaje en el cometa).
En estos poemas hay dioses derrotados y  mundos exteriores  explorados  por “navegantes telúricos de los doce tomos de la enciclopedia salvat”. Lo lejano y lo cotidiano como territorios íntimos enfrentados a lo insondable, señales de humo hacia el firmamento que interrogan.  

Poemas que nos cuentan que estamos solos en el universo, que “somos el sueño cristalino de los peces/ que avanzan dormidos por la noche del mar”.


*Reseña publicada en el blog "La Biblioteca de Cristina" el 14/11/2014

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