lunes, 6 de octubre de 2014

Antes de la travesía





Desde ya no me considero un devoto del género ciencia ficción tanto como sí de la lírica poderosa que se filtra de sus páginas. Al concluir un cuento de Ray Bradbury, una novela de Julio Verne o algún capítulo de Viaje a las estrellas, toda persona debería advertir un golpe extraño: el de saber que algo ha mutado en su interior para siempre. Ese es el efecto revelador de la poesía.

Por lo mismo, Alejandra Pizarnik sospechaba que la poesía es el lugar donde todo sucede y es posible; así también –agrego-, la ciencia ficción propone explorar todas las posibilidades del género humano, como un sueño con los ojos abiertos.

Quizá por eso, el cuerpo de estos poemas sale al encuentro de ese punto de contacto entre la osamenta de la narrativa y la carnadura de la lírica para que, como el navegante que atraviesa la oscura e inquietante galaxia, conozca a conciencia sus límites. Tan solo así los podrá traspasar.


HERNÁN SCHILLAGI

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